Si buscas resultados diferentes, no hagas siempre lo mismo. Albert Einstein.


martes, 24 de noviembre de 2015

MI MEJOR DÍA (Texto 2)


Era un lunes normal, como otro cualquiera. Me levanté y me puse a hacer la cama, me dirigí a la cocina, me hice el desayuno un café y una tostada con mermelada de fresa. Me vestí, como siempre me puse mi traje de trabajo. Caminé hacia la parada del autobús, me senté a esperar a que pasara.  Por fin llegó, subí, pagué y me senté en los sitios de atrás. Un señor se me sentó al lado. Era un hombre alto, llevaba un bigote muy bien peinado y un pelo que parecía de peluquín. Él me miró, yo miré hacia la ventana con la intención de no comenzar una conversación, pero era muy tarde. El hombre se me puso a hablarme y para ser educada me puse a hablar con él.

Por fin llegó a mi parada, me bajé y me puse a caminar hacia mi oficina. Abrí la puerta del portal, cogí el ascensor y pulsé el piso quinto. Salí del ascensor, como siempre mi compañera Luisa me saludaba y la respondía “buen día” (ya era como algo nuestro). Me dirigí a mi mesa, encendí el ordenador y me fui a la máquina de café a hacerme un expreso. Volví a mi mesa, deje el café sobre unos papeles viejos y me puse a redactar. Ya estaba a punto de acabar cuando mi jefe me pidió que me fuera a su despacho. Los nervios empezaban, no paraba de pensar si pudiera haber hecho algo mal, si me iban  a despedir. Llegué a su despacho, me senté en la silla delante de su mesa y empezó a hablar. En ese momento mi pulso iba a cien por hora, no aguantaba más, necesitaba saber por qué me había reunido con él. Me comenzó a contar: “veo que has trabajado muy duro últimamente, me parece que te mereces un ascenso”. Al oír la palabra “ascenso” se me fueron todos los nervios y me dominó una gran felicidad. Me dirigí a mi mesa pensando que mañana iba a una nueva sala, con un nuevo trabajo, no podía esperar más a que fuera mañana. Me apresuré en acabar el informe que estaba redactando. Por fin acabé y rápidamente apagué el ordenador, tiré el vaso del café y me fui hacia casa.

Esperaba el autobús con más alegría de lo normal. Me monté en él, pagué y me senté detrás. El mismo hombre de esta mañana se sentó a mi lado. Ahora me daba igual que se me pusiera a hablar. Por fin mi parada, subí rápidamente a casa y me puse mi pijama de color gris con un dibujo de snoopy. Bajé a la cocina para preparar la cena: una ensalada con lechuga y tomate. Me fui a dormir y no dejaba de pensar en al ascenso.


Iratxe Bermúdez 2ºESO Desdoble de Lengua
Taller de Escritura

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